Escuela

(Por El Toro Calandra) "Eramos más medulares que cerebrales. Privilegio de esa edad. Nuestro esfuerzo lo cumplíamos jugando: no lo sentíamos y su ritmo cumplía las mismas leyes con que trabaja el corazón, o todo o nada (...) Y no dejaré de decirlo, para mayor mérito nuestro: ¡éramos todos muchachos pobres! Y ni qué decir que el club corría nuestra misma suerte. ¡Bendita pobreza! Este saludable factor provocó el milagro que fijó sus sólidos cimientos… A Estudiantes, sin duda alguna, le cupo la función de ser una escuela de difusión. Así crecía, como crece un cristal en un ambiente propicio. Tuve oportunidad de observar, en múltiples ocasiones, el desarrollo del proceso de acercamiento y fijación, sobre todo de los mayores, de los adultos y diré de hasta los de entrada vejez. El primer movimiento era fijarse en la alambrada exterior, durante los partidos o entrenamiento. A los pocos días trasponían la puerta de entrada y, ya dentro de la casa, diré eran envueltos por mil hilos sutiles, quedaban fagocitados sin piedad y fijados para siempre". (Jorge Luis Hirschi, 1955, recordando los primeros años de Estudiantes)